sábado, 18 de junio de 2011

Nallely Granados Benitez Idania Jasso Izquierdo Mariana Benitez Guadarrama Lorena Piña Gallegos Javier Reyes Cejudo


En los últimos meses se ha desatado una fuerte polémica en México sobre un tema que a todos los ciudadanos del país nos concierne. Se trata de la aprobación o no de la ley de bioseguridad de organismos genéticamente modificados (OGM).
maiz campoSin embargo yo me pregunto: de los casi cien millones de habitantes que somos ¿cuántos sabemos a qué se refiere esta ley y cuáles son sus implicaciones? ¿cuántos conocemos el significado de la palabra transgénico u organismo genéticamente modificado?
Aunque no he hecho un sondeo exhaustivo, me parece que es poco el porcentaje de gente que tiene respuesta a estas preguntas.
Es por ello que en esta ocasión dedicaré este espacio a dar información para que quien lo lea pueda tener una postura frente al tema o al menos, si esto es muy ambicioso, comencemos a interesarnos y sepamos dónde investigar.
Dentro de las ciencias naturales existen diversas disciplinas en las que científicos de todo el mundo continuamente generan conocimiento. Concretamente existe un campo que ha tenido gran auge en las últimas décadas: la genética y su correspondiente aplicación en la biotecnología. Este campo ha escudriñado las células de plantas y animales para conocer cómo funcionan y cuáles son los mecanismos que regulan sus ciclos de vida, pero ¿qué hay en las células que las hace tan atractivas? Ellas contienen la información indispensable para que los organismos puedan cumplir con su función en la naturaleza. Esta información esta condensada en lo que conocemos como genes y es heredada de padres y madres a hijos de generación en generación.
Es así como la genética en conjunto con otras disciplinas, ha emprendido numerosas investigaciones para conocer de qué están hechos los genes, cómo transmiten su información y cómo se expresa en cada individuo ya sea planta o animal. Existen grandes proyectos como el de genoma humano y otros que buscan descifrar los códigos genéticos de diferentes especies para conocer el origen de enfermedades, mecanismos de defensa y de sobrevivencia, entre muchas otras cosas. Tal es el caso de las plantas que se cultivan para alimento como maíz, jitomate, soya, arroz y papa o para la industria como el algodón.
Una vez que se conocen los genes y se sabe para qué sirven entonces se comienzan a hacer experimentos para ver qué sucede si cambiamos un gen o incluso le ponemos uno de otra especie. Y es así como surgen los organismos genéticamente modificados y más concretamente, estos últimos conocidos como transgénicos. De estos se han creado varios a nivel mundial sin embargo, existe una fuerte polémica sobre su uso debido a razones principalmente ecológicas, de salud y económicas. Para entender mejor esto analicemos rápidamente un caso concreto: el maíz Bt.
México es conocido a nivel mundial por ser el centro de origen y diversificación del maíz. Para nosotros este grano es parte fundamental no solo de la dieta sino de nuestra cultura. Se siembra en casi todo el territorio nacional y existen más de treinta razas cada una relacionada con diferentes prácticas, tipos de clima, suelo y cultivos como el frijol, la calabaza, el amaranto y la chía además claro, de las múltiples formas de comerlo y prepararlo. Sin embargo este grano al igual que cualquier planta, es susceptible de ser "atacado" por insectos como el gusano cogollero.
Para proteger al maíz de este depredador desde hace varias décadas se han utilizado sustancias químicas que matan al insecto. Sin embargo recientemente con los avances de la genética se creó un nuevo maíz conocido como maíz Bt.
En el laboratorio se le puso un gen de una bacteria llamada Bacilus thuringiensis (Bt) que produce una sustancia tóxica para la larva del gusano, haciendo que este se muera cuando se alimenta del maíz. Y es así como tenemos ahora el maíz transgénico Bt, que contiene un gen de otra especie -en este caso una bacteria- y que al reproducirse lo transmite a las siguientes generaciones.
En el mundo se siembran ya miles de hectáreas con esta semilla y en México entra a través del maíz que le compramos a Estados Unidos, siendo distribuido ya para alimento de ganado y de seres humanos.
A simple vista parecería que es mejor tener un cultivo al cual no se le tienen que poner sustancias químicas, sin embargo el problema no es tan sencillo. Lo que tenemos en frente es un nuevo organismo creado en laboratorios y no por la naturaleza.
Esto significa que no sabemos cuáles serán las respuestas de otros seres vivos a esta nueva especie y por lo tanto las implicaciones ecológicas que tendrá. Tampoco sabemos qué puede pasarnos -a mediano y largo plazo- a quienes nos alimentemos de ellos. Y de lo que si estamos seguros es que perderemos nuestras semillas criollas y paralelamente continuarán enriqueciéndose los grandes laboratorios y empresas trasnacionales que han patentado estos organismos.
Existe un acuerdo internacional denominado -Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología- que fue ratificado por México y que sienta las bases para la creación de un marco legal y jurídico. En nuestro país actualmente se discute la ley de bioseguridad de organismos genéticamente modificados que busca regular su acceso, cultivo y uso en general.
No obstante es una propuesta de ley que, a mi modo de ver y de muchos otros mexicanos y mexicanas, infringe el Protocolo de Cartagena, no respeta los derechos de campesinos y consumidores, no protege el medio ambiente y nuestra diversidad genética y pone en peligro nuestra producción agrícola, beneficiando directamente a las empresas trasnacionales y a otros gobiernos como el de Estados Unidos ­algo que existe desde la firma del TLC­.
Es por esto que creo importante que todos conozcamos esta ley y opinemos sobre ella e invito a los legisladores a que hagan un poco de memoria sobre nuestra propia historia y recuerden que la tecnología no siempre nos ha beneficiado; consideren ahora el principio precautorio antes de seguir tomando decisiones.
Esto es un tema que requiere un análisis científico y ético más profundo y no solo de los diputados e investigadores sino de toda la sociedad, porque lo que esta en juego es nuestra soberanía alimentaria, nuestra salud y la del planeta

Una de las primeras tareas del Parlamento español con el regreso al curso en septiembre será el análisis del proyecto de ley aprobado y remitido por el Gobierno en verano sobre la utilización confinada, liberalización voluntaria y comercialización de Organismos Modificados Genéticamente (OMG). En otras palabras, la ley sobre transgénicos, un texto muy esperado y que reúne en torno a sí posturas encontradas respecto a sus beneficios o perjuicios en la alimentación humana y animal. Mientras Estados Unidos ha abierto la mano en los últimos diez años, hasta convertir su agricultura en dependiente de los OMG, en Europa se cerró la "barrera" con una moratoria tras aceptar al maíz y la soja.
El proyecto de ley gubernamental reparte las responsabilidades entre la Administración central (dará las licencias) y las comunidades autónomas (labores de control). Para otorgar una licencia comercial (que nunca podrá exceder de diez años) exigirá todo tipo de estudios técnicos, evaluación de riesgos, planes de seguimiento y etiquetados claros. También marca las tarifas (hasta 12.040 euros por una licencia comercial), y las posibles multas (1,2 millones de euros en casos de infracción muy grave). El plazo de enmiendas políticas finalizó el miércoles. Esta norma y la entrada en vigor de una nueva Directiva europea en octubre "harán posible que se reinicie el proceso de aprobaciones de nuevos productos. Hay trece que están esperando", estimó el director de Biotecnología para el Mediterráneo de la multinacional Monsanto, Miguel León.
Antes de que lo discutan los políticos, el texto sólo ha servido para reabrir el exacerbado debate anterior. "El texto de la Comisión Europea es progresista y riguroso, el español suprime aspectos claves para los controles y llega tarde. Creemos que podría ser ilegal y no descartamos denunciarlo si se aprueba", explicó el responsable de Ingeniería Genética de Greenpeace, Juan Felipe Carrasco. "El nuevo texto proporcionará que las autorizaciones se realicen caso por caso, bajo el control del principio de precaución, disipando miedos injustificados ante un daño que jamás se ha producido", resumió el abogado experto en Derecho Alimentario y transgénicos, Enrique Marín.
Riesgo cero
En medio están los científicos españoles, conscientes de que el nuevo texto puede abrir espacios a sus investigaciones. "La soja transgénica ha pasado por 1.800 analíticas, la biológica por ninguna. Nunca existe riesgo cero en nada. Pero me gustaría que todo se evaluara igual y que el consumidor eligiera", explicó el investigador del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Valencia Daniel Ramón.
En un plazo no muy lejano, este científico estampará su nombre en la patente de la primera naranja transgénica. Y hasta 2010 habrá nuevas patentes en campos como las levaduras, en las que España es una potencia mundial.

El titular de la Secretaría de Medio Ambiente, Rafael Elvira Quesada, sostuvo que se actuará con fortaleza contra quien produzca maíz transgénico sin autorización, luego de las reformas Reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, sobre lo cual sostuvo, no se hicieron bajo presión de empresas privadas.En conferencia de prensa donde amplió el sentido de los referidos cambios a la normatividad en cuestión, que dijo se aplicarán con rigor, Elvira Quesada subrayó que contrario a que esas modificaciones fomenten el cultivo indiscriminado de maíz transgénico, ayudarán a que las cosas "no se salgan de control".
Cabe recordar que el viernes pasado se publicó el decreto para las secretarías de Agricultura y de Medio Ambiente que "deberán promover la conservación in situ de razas y variedades de maíces criollos y sus parientes silvestres, a través de programas de subsidio u otros mecanismos de fomento para la conservación de la biodiversidad, sin que implique autorización para el cambio del uso de suelo de forestal a agrícola".
Las autoridades competentes en materia de bioseguridad promoverán el desarrollo de laboratorios para la detección, identificación y cuantificación de maíz genéticamente modificado.
Se señala que el maíz transgénico liberado tendrá que tener características que permitan el uso y consumo humano o animal, así como su uso en procesamiento de alimentos.
Sobre el particular, Elvira Quesada dijo que para el programa de protección al maíz criollo, se tienen contabilizados 84 proyectos de conservación criollo, así como 14 estudios de apoyo y capacitación para explicar a la gente lo que se debe hacer.
Precisó que para ello se tiene una derrama hasta ahora de 6.2 millones de pesos y el programa prevé un presupuesto de 60 millones de pesos.
Para ese programa, continuó, hay 16 áreas naturales protegidas en un proyecto inicial, en los estados de Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Tamaulipas, San Luis Potosí, Coahuila, Durango, Chihuahua, Colima, Jalisco, Guanajuato, estado de México y Pueblo.
Esto, puntualizó, es un llamado a todos los campesinos que se establecieron antes de que se decretara un área natural protegida y que han venido sembrando el maíz criollo cada año, para que tengan la posibilidad de un apoyo del gobierno federal para la producción donde no haya afectación al área natural protegida.
En total, se tienen considerados 84 proyectos de conservación de maíz criollo y para que por lo menos 10 mil hectáreas en el país sean conservadas en su estado nativo, bajo una regulación específica en zonas de influencia dentro de las áreas naturales protegidas, indicó.
cgb

No hay comentarios:

Publicar un comentario